domingo, octubre 11, 2009

Abre tus Ojos

Todos y cada uno de los pensamientos de una cabeza, pueden llegar a estar presionados por las cuerdas de tu guitarra, liberándolos así cada vez que tocas esa melodía... que antes compartíamos.

Abro mis ojos, que antes estaban cosidos y cerrados de manera que tu y yo, juntos, podamos derribar las barreras que no podemos ver, cogiéndonos de las manos... que antes besábamos.

Entonces, los pensamientos mecánicos que antes utilizaban para devorar nuestros sueños profundos, ahora los podremos usar para que acaben con solo abrazarnos con nuestras pesadillas... que antes temíamos.

La pitonisa ha visto un pasado oscuro y un futuro espantoso que la razón hace de las palabras que te aten al presente para conocer todas nuestras limitaciones, pero estamos los dos... ¡Y lo superaremos!

Alejados entonces por aquella época, puedes ser condenado a encerrarse en una jaula lejana, a pesar de que te pusieran enfrente de la mía... "Extiende tu brazo... Te ayudaré a salir"

Y de nuevo estando yo ciega, tú has logrado salir de la celda negra. "Anímame, ayúdame..." Y te agarras a la jaula, gritando a la vez que lloras por mi dejadez... "¡Cree en las cosas que no puedes ver!"

Con temblorosos e inútiles brazos, quiero proteger a alguien querido para mí... pues estando juntos veo deseos y esperanzas incluso siendo en un pequeño mundo negro...

Sólo... abre tus ojos...

sábado, octubre 10, 2009

"Durante unos momentos, leves y dulces, imaginad que no estáis leyendo. Que realmente, soy una voz femenina un tanto infantil, que os cuenta una historia.
Soy la narradora y la propia protagonista de esta historia, pero, no ha llegado a producirse el hecho que os voy a contar.
Aún...
¿No me conocéis?
Mmm... probaremos con el físico, para comenzar.

Imaginaros un cuerpo. Uno sencillo, con ya las marcas de la cintura, pero no lo hagáis muy desarrollado en el resto. Comienzo a pensar que quizá no vaya a cambiar nunca.
Formadle unas piernas sin nada especial, y unos brazos con más de lo mismo. Ése mismo cuerpo suele vestir ropa ligera como unos vaqueros anchos y una camiseta normal.
Tampoco es que me preocupe mucho de eso.
La piel debe ser algo dorada, más bien tirando a pálida, aunque no de manera enfermiza.
La cara trazadla redondeada, sin que se le marque demasiado la mandíbula. Realmente, tiene el rostro de una niña pequeña apesar de su ya entrada en la adolescencia, cronológicamente.
Unos labios femeninos, esbozando una nunca-probada seriedad. Su nariz puede ser sencilla, sin ningún toque a resaltar tampoco. Sus ojos, tal y como mi madre me leva diciendo desde pequeña, han nacido para ser tristes.
Terminan rasgados. La habrían dado un cierto aire nipón si no fuera porque, en vez de ser una rasgadura hacia arriba, es hacia abajo, creando siempre la mirada paciente de tristeza, tras un iris de color marrón oscuro.
Nada que resaltar en ellos, supongo.
El pelo sería medio largo medio corto. Ella se empeña en colocarlo sobre la cara, que la tape bien. Que, por fin, pueda esconder la belleza con la que no fue especialmente dotada.

Era... demasiado normal.
Sin nada especial, que la caracterizara por ser única en algo ante el resto.
Y puede que fuera eso lo que la llevaba a ser como era con su carácter.
Servicial e incondicional, se presentaba voluntaria para mostrar su ayuda a todo aquél que la necesitara. Incluso cuando no era así.
Siempre trata de observar de lo maestros y aprender de ellos, experimentando sobre sí misma antes de probar con los demás para, así, no arriesgarse a dañarlos.
Quizá se aprovecharan de ella por ser así.
Pero, una persona es feliz sabiendo que el resto lo es, aunque ella no, ¿no os parece?
Al fin y al cabo, la felicidad nunca llega sola. Necesitas ayuda de los demás, para entrar en un círculo feliz.
Pero siempre estaba fuera.
Cuando trata de entrar, nadie le permite el paso, ni siquiera como agradecimiento.
Por eso mismo, cae en el mismo error una y otra vez, y así, lo vuelve a intentar desde cero.
Pero es agradable que te insulten o te maltraten trayendo la satisfacción de otros, ¿no creéis? Siempre que le... me ocurre, apesar de sentirme mal por mí, estoy feliz por ellos. Y eso me hace esbozar una sonrisa.

Pero una... aunque solo fuera una... la persona en la que confiaba... Mmm... las traiciones...
Organizando todo con meses y meses de antelación, llegó el Gran Día, en el que podría mostrar su verdadera fuerza, aunque no fuera física. Y eso la había hecho cambiar...
Todas las personas en las que había confiado y la habían utilizado se encontraban sentadas en los bancos de aquella gran iglesia. Incluso su familia se encontraba entre ellos.
Todos hablaban, reían, gritaban, silbaban, o sencillamente, se quedaban mirando al escenario, quizá impacientes por que sonara la música.
Y, sin más dilación, así comenzó, tras haber visto que ELLA estaba allí, sentada con su típica sonrisa de pura chica superficial, sobrecogida entre sus amigas... Sus satélites.

El telón del escenario se abrió ante el sonido de una batería.
Sencillos golpes, pura percusión, con cierto ritmo acelerado.
En el centro del escenario se encontraban seis chicas de unos 18 años o un poco más, ataviadas todas con el mismo vestido rojo y provocativo, formando un círculo, el cual rodeaba a esa chica descrita antes, quien iba vestida en esta ocasión con un sencillo e inocente vestido blanco.
Y las guitarras eléctricas sonaron, haciendo que las jóvenes siguieran el ritmo, mientras que la niña central se levantaba de una silla y colocaba sobre ella un lirio y un peluche, a la vez que se quedaba con una botella de la cual no se podía ver el interior.
"Lalalala la la lala la la la la lalalá"- Cantaban las chicas a la vez, sin mirar siquiera al movimiento que hicieron las cristaleras al romperse y caer, mostrando que de repente, era de noche.
"la la la lala lá... La lalala la lá" - continuaban, moviéndose con sinuosos pasos, incitantes, rodeando una y otra vez a la niña.
Y la niña comenzó a mover los labios, haciendo el playback de las jóvenes, quienes cantaban con una voz espectacular, hablando sobre un lugar imposible.
Las chicas le cogieron la botella a la niña y la rociaron con ella, bañándola en un líquido rojo, como la sangre. Y en ese momento, miles de murciélagos entraron por las ventanas rotas, tapando todas las salidas de aquella iglesia.
Todos los espectadores gritaron, aterrados por el pánico, mientras que las chicas se volvían a colocar alrededor de la niña y caminaban de nuevo en círculos.
La niña se acercó a la silla y cogió el lirio con cuidado.
"Lalalala la la lala la la la la lalalá"- seguían las chicas, sin cambiar sus movimientos de antes.
Y cuando cantaron la canción, la niña mordió los pétalos, sujetándolos uno por uno entre los dientes y tirándolos al suelo, sonriendo mientras miraba a una chica en especial del público, que había abandonado su orgullosa posición para juntarse con el resto de la gente, quienes miraban a las bailarinas únicamente, con la boca abierta.

En el momento en el que la niña terminó con la flor, la guitarra sonó sin acompañamiento, a los pasos de la niña, que se acercaba al peluche y lo cogía como si de un bebé se tratara.
Y ella misma comenzó a cantar con una de las voces más aterradoras a la vez que dulces, a causa de su infantil tonalidad.
Parecía desgarrada y demacrada, entonces. Como si cantase con su último suspiro, medio llorando.
Y antes de terminar de cantar, ella misma lanzó su peluche al aire, viendo cómo una nube de murciélagos lo hacían desaparecer.
La niña, mientras las chicas cantaban el "la la la la la lalala la la lá", bajó del escenario con un micrófono en las manos y se dirigió, ensangrentada, a la chica que no había parado de mirar.
La diferencia de altura no era muy considerable, pero la niña era un poquito más alta... solo un poco.
La miró a los ojos y acercó el micrófono a los labios:
"Ahora que tengo una libertad omnipotente,
puedo cortar los lazos de la vida
con una pistola,
algo de veneno,
una soga, quizá,
o un cuchillo"
Canturreó, sacando un cuchillo y colocándoselo en la mano de la chica, quien se encontraba en shock, controló su brazo hasta colocar el filo en la propia muñeca de la niña, quien sonreía maliciosamente.
"Y ahora que tengo el arma... y no me he despedido... mi congelado pulso acelera..."
continuó, cortando su muñeca, de la que comenzó a brotar sangre
"...¡Como me hacías sentir antes!"
gritó, antes de clavar el cuchillo en la muñeca más hondo, y con un grito, extenderlo por toda la vena de su brazo, hasta caer al suelo, pálida.
Y antes de cerrar los ojos, lo único que oía era el grito de aquella chica... ahora... su venganza estaba saldada... "

Hell parade

"La luna se cierne sobre el bosque de las mentiras, donde no existe el aire puro, sino que respiramos el pútrido hedor de trecientos seis cadáveres a nuestro alrededor.
La descomposición de los cuerpos ensucia y contamina el río, que fluye con cierta tonalidad verdosa entre las millones de raíces enredadas de los árboles más cercanos, desesperados por no terminar como los de la entrada: secos, vacíos, sin hojas, muertos.

Ni siquiera los animales, por muy pequeños que sean, son capaces de habitar en un lugar condenado como este.
Así que, sí, estoy sola.

Una de mis más temidas pesadillas era terminar así, ¿sabéis?
Puesto que siempre traté de hacer todo lo mejor posible, sin importarme qué consecuencias tendría en mí algo así... Pero eso mismo me ayudó a comprender que no soy imprescindible. Quizás, ni siquiera necesaria. Al fin y al cabo, miles de veces he tratado de cambiar para mejorar y ser aceptada, pero nunca encajé en ningún sitio.
No soy superficial, como hace falta ser para estar entre las bonitas; no soy descarada, como hace falta ser para divertirse en las noches; no soy útil, como hace falta ser para ayudar a otras personas con sus problemas o dudas.

Realmente sólo puedo pensar que mi sitio es uno tan grotescamente hermoso como este. Es un bosque de desperdicios, de ocasiones perdidas, de vidas suicidas, de sonrisas destruidas. Es un lugar donde los useños no existen, porque no hay quien pueda hacerlos realidad.

Alejaos niños, marchad, ya que esto nunca llegará a ser un hogar. Excepto para mí...

Paradise

"En las cavernas más escondidas de la Tierra, la curiosidad obviamente es irreparable. La misma en la que nos encontramos es, probablemente, una de ellas.
Nunca he podido abrir los ojos del todo, así que no puedo deciros donde me encontraba exactamente antes de aparecer aquí. Pero sé que es un lugar diferente.
Lo sé porque los sentidos aquí los noto de una manera diferente:
Mientras que antes el olor del aire era seco, opaco, repleto del polvo de los recuerdos que nunca he querido revivir, ahora la brisa tiene un dulce aroma a frescura marítima, a soledad, melancolía, con un cierto toque del sabor de la menta.
El roce que en estos momentos sienten mis dedos, esta calidez y suavidad, no tiene nada que ver al frío que soportaba antes al tocarme siquiera un brazo o mi propia mano. Esto es mucho más placentero.
Antes me tapaba los oídos para no tener que escucha a nadie ni a nada. El terrible ruido de la humanidad e y su ignorancia era realmente ensordecedor. No... aquí es completamente diferente. Aquí ningún sonido se mezcla con ningún otro. Aquí... cuando antes oías gritos, ahora oyes cantos...
Cantos llenos de deseo y ternura, declarados por una embriagadora melodía llamada voz. Sí... oigo una voz realmente fascinante, nunca escuchada antes. Contiene todos los elementos para ser deliciosa, suave, tranquila, relajante y cariñosa. Pero está manchada por la lluvia de la tristeza y la melancolía.
¿Debería seguirla? Sí... Aquí, a diferencia de antes, puedo abrir los ojos.
Los colores de la Tierra son extraordinarios.
Cuando oía las estupideces de no reconocer la belleza de la vida, nunca pude pensar que era algo tan sencillo como admirar esto: Los colores vivos como son la hierba o el incandescente fuego utilizado en antorchas para iluminar la cueva.
Oooh... las mezclas de los colores en las paredes y en el techo... diferentes tonalidades de gris, marrón...
Dando unos cinco pasos, pude oír la voz más cercana y, extrañamente, más alegre.

¿Sabría el bardo que me estaba acercando? Y... ¿Estaba feliz por ello?

Acercándome más rápido a la vez, a la vez que ésta se oía feliz, atisbé una cegadora y grandiosa luz.
Era el final de las diversas tonalidades del gris y el marrón.
Era el fin del túnel.

Muerta de curiosidad, aunque cautelosa, salí de allí, adentrándome así en otro hermoso paisaje.
Los diferentes y vivos tonos claroscuros del césped, el entrañable y puro azul del cielo... y el joven que, sobre una roca y con una guitarra, cantaba al son de sus cuerdas con felicidad, posando aquellos ojos tan oscuros como la tierra húmeda sobre mí, apesar de que se encontrasen escondidos tras un largo flequillo.
Su pelo tenía un tono similar al de sus ojos aunque, quizá fuera por la cantidad, pero le daba un cierto toque más oscuro, más misterioso.
Y él sonreía y sonreía.
No sé de dónde saqué la valentía de sentarme a su lado y cantar junto a él.
El bardo soltó la guitarra y continuó cantando, ésta vez, abrazándome con fuerza, con la mayor expresión de felicidad que había visto en mi vida.
"¿Y cantarás conmigo para siempre..? ¿Te quedarás conmigo para siempre?" - me cantó al oído casi en un susurro.

Y yo asentí, y le abracé. ¿Querría volver a ser ciega, sorda, inútil e inexistente para todos?
No... ¿Dónde iba a querer estar, si no con él?"