sábado, octubre 10, 2009

"Durante unos momentos, leves y dulces, imaginad que no estáis leyendo. Que realmente, soy una voz femenina un tanto infantil, que os cuenta una historia.
Soy la narradora y la propia protagonista de esta historia, pero, no ha llegado a producirse el hecho que os voy a contar.
Aún...
¿No me conocéis?
Mmm... probaremos con el físico, para comenzar.

Imaginaros un cuerpo. Uno sencillo, con ya las marcas de la cintura, pero no lo hagáis muy desarrollado en el resto. Comienzo a pensar que quizá no vaya a cambiar nunca.
Formadle unas piernas sin nada especial, y unos brazos con más de lo mismo. Ése mismo cuerpo suele vestir ropa ligera como unos vaqueros anchos y una camiseta normal.
Tampoco es que me preocupe mucho de eso.
La piel debe ser algo dorada, más bien tirando a pálida, aunque no de manera enfermiza.
La cara trazadla redondeada, sin que se le marque demasiado la mandíbula. Realmente, tiene el rostro de una niña pequeña apesar de su ya entrada en la adolescencia, cronológicamente.
Unos labios femeninos, esbozando una nunca-probada seriedad. Su nariz puede ser sencilla, sin ningún toque a resaltar tampoco. Sus ojos, tal y como mi madre me leva diciendo desde pequeña, han nacido para ser tristes.
Terminan rasgados. La habrían dado un cierto aire nipón si no fuera porque, en vez de ser una rasgadura hacia arriba, es hacia abajo, creando siempre la mirada paciente de tristeza, tras un iris de color marrón oscuro.
Nada que resaltar en ellos, supongo.
El pelo sería medio largo medio corto. Ella se empeña en colocarlo sobre la cara, que la tape bien. Que, por fin, pueda esconder la belleza con la que no fue especialmente dotada.

Era... demasiado normal.
Sin nada especial, que la caracterizara por ser única en algo ante el resto.
Y puede que fuera eso lo que la llevaba a ser como era con su carácter.
Servicial e incondicional, se presentaba voluntaria para mostrar su ayuda a todo aquél que la necesitara. Incluso cuando no era así.
Siempre trata de observar de lo maestros y aprender de ellos, experimentando sobre sí misma antes de probar con los demás para, así, no arriesgarse a dañarlos.
Quizá se aprovecharan de ella por ser así.
Pero, una persona es feliz sabiendo que el resto lo es, aunque ella no, ¿no os parece?
Al fin y al cabo, la felicidad nunca llega sola. Necesitas ayuda de los demás, para entrar en un círculo feliz.
Pero siempre estaba fuera.
Cuando trata de entrar, nadie le permite el paso, ni siquiera como agradecimiento.
Por eso mismo, cae en el mismo error una y otra vez, y así, lo vuelve a intentar desde cero.
Pero es agradable que te insulten o te maltraten trayendo la satisfacción de otros, ¿no creéis? Siempre que le... me ocurre, apesar de sentirme mal por mí, estoy feliz por ellos. Y eso me hace esbozar una sonrisa.

Pero una... aunque solo fuera una... la persona en la que confiaba... Mmm... las traiciones...
Organizando todo con meses y meses de antelación, llegó el Gran Día, en el que podría mostrar su verdadera fuerza, aunque no fuera física. Y eso la había hecho cambiar...
Todas las personas en las que había confiado y la habían utilizado se encontraban sentadas en los bancos de aquella gran iglesia. Incluso su familia se encontraba entre ellos.
Todos hablaban, reían, gritaban, silbaban, o sencillamente, se quedaban mirando al escenario, quizá impacientes por que sonara la música.
Y, sin más dilación, así comenzó, tras haber visto que ELLA estaba allí, sentada con su típica sonrisa de pura chica superficial, sobrecogida entre sus amigas... Sus satélites.

El telón del escenario se abrió ante el sonido de una batería.
Sencillos golpes, pura percusión, con cierto ritmo acelerado.
En el centro del escenario se encontraban seis chicas de unos 18 años o un poco más, ataviadas todas con el mismo vestido rojo y provocativo, formando un círculo, el cual rodeaba a esa chica descrita antes, quien iba vestida en esta ocasión con un sencillo e inocente vestido blanco.
Y las guitarras eléctricas sonaron, haciendo que las jóvenes siguieran el ritmo, mientras que la niña central se levantaba de una silla y colocaba sobre ella un lirio y un peluche, a la vez que se quedaba con una botella de la cual no se podía ver el interior.
"Lalalala la la lala la la la la lalalá"- Cantaban las chicas a la vez, sin mirar siquiera al movimiento que hicieron las cristaleras al romperse y caer, mostrando que de repente, era de noche.
"la la la lala lá... La lalala la lá" - continuaban, moviéndose con sinuosos pasos, incitantes, rodeando una y otra vez a la niña.
Y la niña comenzó a mover los labios, haciendo el playback de las jóvenes, quienes cantaban con una voz espectacular, hablando sobre un lugar imposible.
Las chicas le cogieron la botella a la niña y la rociaron con ella, bañándola en un líquido rojo, como la sangre. Y en ese momento, miles de murciélagos entraron por las ventanas rotas, tapando todas las salidas de aquella iglesia.
Todos los espectadores gritaron, aterrados por el pánico, mientras que las chicas se volvían a colocar alrededor de la niña y caminaban de nuevo en círculos.
La niña se acercó a la silla y cogió el lirio con cuidado.
"Lalalala la la lala la la la la lalalá"- seguían las chicas, sin cambiar sus movimientos de antes.
Y cuando cantaron la canción, la niña mordió los pétalos, sujetándolos uno por uno entre los dientes y tirándolos al suelo, sonriendo mientras miraba a una chica en especial del público, que había abandonado su orgullosa posición para juntarse con el resto de la gente, quienes miraban a las bailarinas únicamente, con la boca abierta.

En el momento en el que la niña terminó con la flor, la guitarra sonó sin acompañamiento, a los pasos de la niña, que se acercaba al peluche y lo cogía como si de un bebé se tratara.
Y ella misma comenzó a cantar con una de las voces más aterradoras a la vez que dulces, a causa de su infantil tonalidad.
Parecía desgarrada y demacrada, entonces. Como si cantase con su último suspiro, medio llorando.
Y antes de terminar de cantar, ella misma lanzó su peluche al aire, viendo cómo una nube de murciélagos lo hacían desaparecer.
La niña, mientras las chicas cantaban el "la la la la la lalala la la lá", bajó del escenario con un micrófono en las manos y se dirigió, ensangrentada, a la chica que no había parado de mirar.
La diferencia de altura no era muy considerable, pero la niña era un poquito más alta... solo un poco.
La miró a los ojos y acercó el micrófono a los labios:
"Ahora que tengo una libertad omnipotente,
puedo cortar los lazos de la vida
con una pistola,
algo de veneno,
una soga, quizá,
o un cuchillo"
Canturreó, sacando un cuchillo y colocándoselo en la mano de la chica, quien se encontraba en shock, controló su brazo hasta colocar el filo en la propia muñeca de la niña, quien sonreía maliciosamente.
"Y ahora que tengo el arma... y no me he despedido... mi congelado pulso acelera..."
continuó, cortando su muñeca, de la que comenzó a brotar sangre
"...¡Como me hacías sentir antes!"
gritó, antes de clavar el cuchillo en la muñeca más hondo, y con un grito, extenderlo por toda la vena de su brazo, hasta caer al suelo, pálida.
Y antes de cerrar los ojos, lo único que oía era el grito de aquella chica... ahora... su venganza estaba saldada... "

2 comentarios:

  1. La traición.. suele generar un sentimiento bastante fuerte en el traicionado.

    ResponderEliminar
  2. Sí.. y no especialmente... agradable

    ResponderEliminar