Cariño, abre los ojos
¿Estás esperando que te diga,
lo que ya te he demostrado?
Ambos estamos encerrados
en la prisión llamada "Amor"
Ambos estamos encadenados
sin ninguna escapatoria.
Abrázate a mí,
abrázate a tu moribunda libertad
Una mancha roja se esparce
Una rosa brillante se funde...
...en las llamas del purgatorio
¿Es ésta la redención del antiguo odio?
Cielo, junta tus labios con los míos
mientras esta lágrima recorre mis párpados
Todavía oigo la tormenta,
aunque la ahoguen tus susurros
Mi príncipe encadenado...
por una mentira perdida
por una realidad caída
Todo por culpa mía...
Tu princesa se está muriendo en esa celda prohibida,
pero gracias a ti... me siento protegida... y querida...
----------------------------------------------------------------------
Es la noche fatal quien brilla por ella...
La luna se alza sin vida
Roja, de sangre teñida
Saluda al comienzo de la partida
Saluda a la muerte.
Los cráneos chocan con su ritmo bajo tierra
Anunciando el fin de la existencia
"Corre, huye si quieres
pero jamás escaparás
Será divertido verte caer..."
En la noche fatal, ¿quién acabará con ella?
El roce del viento transporta agonía
Sus ojos ausentes la muestran fría
La imagen fue su pesadilla
al ver a su amado sin vida
con los dedos entrelazados
y con su angelical sonrisa.
Su rostro palideció
y su corazón sin sonido latió
La ira, tristeza y amargura llenaron su ser...
El recuerdo infernal muere con ella
Memorias pasadas cruzan su mente
Momentos tristes y otros alegres
Fue hermoso vivir con él
¿Por qué? ¿Por qué?
Por la algazara y gritería de sus pensamientos
oyó el crujir de afilados huesos
el rechinamiento de dientes,
el temblar de cimientos...
Los muertos bajo el suelo claman por ella...
No dejará que esperen por ella
bendita sea su conciencia
de ilustre y gran inocencia
el filo pondrá fin a su dolor....
Es la noche fatal quien muere con ella...
Con ella...
---------------------------------------------------------------------
Sí, busco el amor de aquél joven
entre las flores de cerezo al florecer
No he nacido para estar siempre sola
¿o tal vez sí?
Ven a través de mi amor
Estoy preparada
Los momentos de aquellos días
vestidos del atardecer y de dulzura
fueron tan cortos como la vida de la flor
Pero yo te alumbraré
El joven habla del día
aunque la mentira traiga más mentira
He esperado a que eso pasara
para que me llevara a la tierra de mi vida
Sí, busco el amor de aquél joven
entre las flores de cerezo al florecer
No he nacido para estar siempre sola
¿o tal vez sí?
Bebo mientras del alcohol de la noche
Estoy preparada
Qué vacía está la vida del amor
Y la tristeza rellena en este mundo frío
Los huecos que han ido quedando
Pero vivo en profundidad y elegancia
es una victoria ¿no?
Cuando la tierra y el cielo
sean reemplazados
Te abrazaré
devolviendo la respiración a mi cuerpo
y a mi corazón
como una primavera en llamas
Sí, busco el amor de aquél joven
pero para estar en aquella noche,
aleteé bajo mi propio amor.
Todos los dioses me han visto
hacen llover en el sueño dorado e intoxicado
Me han capturado
Sí, busco el amor de aquél joven
entre las flores de cerezo al florecer
Sí, busco el amor de aquél joven
pero para estar en aquella noche,
aleteé bajo mi propio amor.
sábado, septiembre 05, 2009
miércoles, septiembre 02, 2009
Una de tantas
Vampiros...
Si aquellos seres de belleza perfecta vivieran felices en su eternidad, ¿por qué hay quienes se suicidan o utilizan la droga como elemento fundamental?
Puedes ver aquel bosque escondido entre las llamaradas de fuego que lo protegen a través de la cerradura tras la cual te sientes seguro de ellos. Pero sigues espiando.
Esa chica de pálida piel, de facciones increíblemente bellas, mordía con una suavidad endemoniada aquella manzana roja, en su momento quizá, envenenada por alguno de los amantes que sufrieron su engaño.
Uno de aquellos siete príncipes, sería su pecado más especial. Pero ella se obsesionaba, mirándose al espejo, incapaz de ver su belleza por el horror y la crueldad que muestra su alma.
Utilizaba a las humanas más desgraciadas como sirvientas. Pobres, abandonadas, desesperanzadas... ella disfrutaba viéndolas. Hacían lo posible por servir de utilidad, por tener razones para seguir viviendo.
Entre ellas, una chica de zapatos de acero bailaba un vals inventado con su escoba, simulando que es aquel amante imposible que nunca tendría. La sonrisa inborrable de la joven era adorable y feliz mientras cantaba una hermosa melodía.
Quizá fuera eso lo que a nuestra bella protagonista le molestara.
"Espejito... ¿de quién es la voz quebrantada y los ecos?"
Y quizá fuera por eso por lo que le ofreció la manzana.
Pero la alegre sirvienta no aceptaba nunca algo que no se mereciera, y así lo rechazó.
Enfadada, la vampiresa buscó otra excusa para expulsarla sin morderla, ya que no se permitiría ensuciar su interior con sangre de tan baja calidad. Por eso mismo, echó a la joven del bosque por no barrer como debía.
Por su inutilidad.
La joven se alejó del bosque hasta el muro de fuego. Y aquí ya podíamos verla, seguros, por la pequeña mirilla, viendo cómo su cuerpo se consumía por las llamas.
Y allí, un poco más al fondo, la hermosa vampiresa reía cepillándose el pelo y relamiéndose el jugo de la manzana de los labios.
Si aquellos seres de belleza perfecta vivieran felices en su eternidad, ¿por qué hay quienes se suicidan o utilizan la droga como elemento fundamental?
Puedes ver aquel bosque escondido entre las llamaradas de fuego que lo protegen a través de la cerradura tras la cual te sientes seguro de ellos. Pero sigues espiando.
Esa chica de pálida piel, de facciones increíblemente bellas, mordía con una suavidad endemoniada aquella manzana roja, en su momento quizá, envenenada por alguno de los amantes que sufrieron su engaño.
Uno de aquellos siete príncipes, sería su pecado más especial. Pero ella se obsesionaba, mirándose al espejo, incapaz de ver su belleza por el horror y la crueldad que muestra su alma.
Utilizaba a las humanas más desgraciadas como sirvientas. Pobres, abandonadas, desesperanzadas... ella disfrutaba viéndolas. Hacían lo posible por servir de utilidad, por tener razones para seguir viviendo.
Entre ellas, una chica de zapatos de acero bailaba un vals inventado con su escoba, simulando que es aquel amante imposible que nunca tendría. La sonrisa inborrable de la joven era adorable y feliz mientras cantaba una hermosa melodía.
Quizá fuera eso lo que a nuestra bella protagonista le molestara.
"Espejito... ¿de quién es la voz quebrantada y los ecos?"
Y quizá fuera por eso por lo que le ofreció la manzana.
Pero la alegre sirvienta no aceptaba nunca algo que no se mereciera, y así lo rechazó.
Enfadada, la vampiresa buscó otra excusa para expulsarla sin morderla, ya que no se permitiría ensuciar su interior con sangre de tan baja calidad. Por eso mismo, echó a la joven del bosque por no barrer como debía.
Por su inutilidad.
La joven se alejó del bosque hasta el muro de fuego. Y aquí ya podíamos verla, seguros, por la pequeña mirilla, viendo cómo su cuerpo se consumía por las llamas.
Y allí, un poco más al fondo, la hermosa vampiresa reía cepillándose el pelo y relamiéndose el jugo de la manzana de los labios.
Planes de Futuro
¿Alguna vez te has despertado con una sonrisa en los labios y toda la gente que te mira es contagiada por tu buen humor?
Hoy es uno de esos días para mí. Me encuentro de un inmejorable humor. Tras haber estado pensando, puede que él no sea el chico con el que me vaya a vivir, ni con el que comparta una familia y que todos mis deseos del futuro se hayan ido al traste, sabiendo que no conoceré a nadie como él, pero, ¡qué demonios!, aunque no sea de la misma manera, él sigue estando conmigo.
Siempre ha sido mi mejor amigo y le quiero, así que ahora, lo único que quiero es ser el chico de una pareja imposible. Cambiaremos los papeles y seré yo quien le regale las flores y los bombones, como ninguna chica ha hecho antes.
Mis planes para el futuro han cambiado bastante, eso es cierto, y sé que no van a ser iguales nunca con otro, pero, seamos racionales, ¿acaso no voy a poder seguir viéndole?, ¿acaso no voy a poder seguir dándole abrazos, jugar y divertirme con él como gran amigo que es?
Ahora mismo, el único plan para el futuro que tengo es verle y hacer que tenga el mejor verano que haya tenido como muestra de perdón por mi infantil comportamiento.
¿Sabes?
Además de todo lo ocurrido, creo que tengo que agradecerle el que haya pasado por esto, ya que me he dado cuenta de quiénes son unos buenos amigos, que me han apoyado en todo.
Ahora, lo único que haré será ver lo bueno de todo lo malo y continuar sonriendo para que cuando él se acuerde o piense un poco en mí, sus labios expresen felicidad con una sonrisa.
Hoy es uno de esos días para mí. Me encuentro de un inmejorable humor. Tras haber estado pensando, puede que él no sea el chico con el que me vaya a vivir, ni con el que comparta una familia y que todos mis deseos del futuro se hayan ido al traste, sabiendo que no conoceré a nadie como él, pero, ¡qué demonios!, aunque no sea de la misma manera, él sigue estando conmigo.
Siempre ha sido mi mejor amigo y le quiero, así que ahora, lo único que quiero es ser el chico de una pareja imposible. Cambiaremos los papeles y seré yo quien le regale las flores y los bombones, como ninguna chica ha hecho antes.
Mis planes para el futuro han cambiado bastante, eso es cierto, y sé que no van a ser iguales nunca con otro, pero, seamos racionales, ¿acaso no voy a poder seguir viéndole?, ¿acaso no voy a poder seguir dándole abrazos, jugar y divertirme con él como gran amigo que es?
Ahora mismo, el único plan para el futuro que tengo es verle y hacer que tenga el mejor verano que haya tenido como muestra de perdón por mi infantil comportamiento.
¿Sabes?
Además de todo lo ocurrido, creo que tengo que agradecerle el que haya pasado por esto, ya que me he dado cuenta de quiénes son unos buenos amigos, que me han apoyado en todo.
Ahora, lo único que haré será ver lo bueno de todo lo malo y continuar sonriendo para que cuando él se acuerde o piense un poco en mí, sus labios expresen felicidad con una sonrisa.
Despiértame antes de que enloquezca
Si el infierno es un lugar maldito, ¿por qué los deseos de todas las personas tienen como consecuencia un lugar allí?
Pensando en esto, he llegado a la conclusión que todo el mundo conoce: la vida no es justa.
Todos los pecados, obviamente, son sacados de los excesos, pero, ¿por eso vas a ganarte un lugar en el sitio donde sufrirás las mayores torturas posibles? Hablando, por supuesto, desde la perspectiva de alguien que no piensa que la vida en sí es la peor tortura posible, pues, si es así, ¿toda la gente que vive se encuentra en un estado de tortura deseada?
Los pecados llamados capitales son los que más cautivada me tienen. Nombraré aquellos con los que me siento más identificada:
La pereza. Bueno, todos tenemos un nivel de pereza fuera de lo común, dependiendo de en qué momento te llegue, al fin y al cabo ¿no tenemos todos ése día en el que no nos apetece hacer nada, excepto quedarse en la cama y no moverse de ahí para nada?
La envidia. Mmm… no había pensado mucho en ésta la verdad, pero me parece que es cierto. Más que envidia, son celos. No me ocurre muy a menudo, ya que, bueno, no me quejo de nada de lo que tengo. Estoy bastante contenta.
No quiero decir que me gustaría tener más, pero, bueno… sí tener lo que otros tienen, aunque sepa que nunca lo vaya a conseguir. A esto sí que lo puedo llamar como estado de tortura deseada, ya que aquí estoy, con una mitad de mí con la esperanza de que vaya a ocurrir, y con la otra mitad ya rendida. Una tontería, ¿verdad?
La lujuria. Algo vergonzoso de admitir, supongo. No soy ninguna ligona ni una femme fatale. ¡Ja! Ni mucho menos, pero muchas veces soy incapaz de no pensar en que un joven me coge de la cintura, me besa… Aquél joven que sale con frecuencia en mis sueños, al que solo consigo distinguir por su silueta siempre ensombrecida. Aquel joven de piel morena a quien nunca logro ver la cara. Eso es algo que agradezco, quizá sea porque soy así, quiero decir, a mí el aspecto no me importa, no hay más que ver el deseo que puedo sentir por una sombra que aparece en un sueño. Dudo que sea el misterio que evoca. Quizá sea lo que imagino que vaya a hacerme… Pero, en fin, creo que vuelvo a estar fantaseando… ¿qué os estaba contando?
Mmm…
Tres de siete. Es algo que podría calificar como pasable, o notable, o demasiado… Vaya, yo que creí que era una buena chica, ¿cuándo me he convertido en esto? Ah sí, ya recuerdo, pero bueno, eso es otra historia
Pensando en esto, he llegado a la conclusión que todo el mundo conoce: la vida no es justa.
Todos los pecados, obviamente, son sacados de los excesos, pero, ¿por eso vas a ganarte un lugar en el sitio donde sufrirás las mayores torturas posibles? Hablando, por supuesto, desde la perspectiva de alguien que no piensa que la vida en sí es la peor tortura posible, pues, si es así, ¿toda la gente que vive se encuentra en un estado de tortura deseada?
Los pecados llamados capitales son los que más cautivada me tienen. Nombraré aquellos con los que me siento más identificada:
La pereza. Bueno, todos tenemos un nivel de pereza fuera de lo común, dependiendo de en qué momento te llegue, al fin y al cabo ¿no tenemos todos ése día en el que no nos apetece hacer nada, excepto quedarse en la cama y no moverse de ahí para nada?
La envidia. Mmm… no había pensado mucho en ésta la verdad, pero me parece que es cierto. Más que envidia, son celos. No me ocurre muy a menudo, ya que, bueno, no me quejo de nada de lo que tengo. Estoy bastante contenta.
No quiero decir que me gustaría tener más, pero, bueno… sí tener lo que otros tienen, aunque sepa que nunca lo vaya a conseguir. A esto sí que lo puedo llamar como estado de tortura deseada, ya que aquí estoy, con una mitad de mí con la esperanza de que vaya a ocurrir, y con la otra mitad ya rendida. Una tontería, ¿verdad?
La lujuria. Algo vergonzoso de admitir, supongo. No soy ninguna ligona ni una femme fatale. ¡Ja! Ni mucho menos, pero muchas veces soy incapaz de no pensar en que un joven me coge de la cintura, me besa… Aquél joven que sale con frecuencia en mis sueños, al que solo consigo distinguir por su silueta siempre ensombrecida. Aquel joven de piel morena a quien nunca logro ver la cara. Eso es algo que agradezco, quizá sea porque soy así, quiero decir, a mí el aspecto no me importa, no hay más que ver el deseo que puedo sentir por una sombra que aparece en un sueño. Dudo que sea el misterio que evoca. Quizá sea lo que imagino que vaya a hacerme… Pero, en fin, creo que vuelvo a estar fantaseando… ¿qué os estaba contando?
Mmm…
Tres de siete. Es algo que podría calificar como pasable, o notable, o demasiado… Vaya, yo que creí que era una buena chica, ¿cuándo me he convertido en esto? Ah sí, ya recuerdo, pero bueno, eso es otra historia
Solitude
Me había avisado anteriormente con mucha frecuencia de una manera indirecta. Quizá era yo, que no quería darme cuenta, pensando que lo decía en broma. Al fin y al cabo, ¿no me había prometido lo contrario? No confiar en nadie parece ser la feliz lección que debo aprender.
“¿Qué harías si te abandonase?” “No lo sé…” “Jiji, menos mal que no lo haré nunca ¿eh?”
Y bueno, aquí estoy otra vez sola, con esa dulce e inestable locura rondando mi cabeza, esperando a que él me dé una señal para saber si me abandonó de verdad.
Por ahora, no sé si llamarlo libertad o soledad, sabiendo que todos me dan la espalda, dejándome sola.
Quizá fue mi culpa, ya que él buscaba a alguien que… le mantuviera en calor, y mi piel es fría. Él buscaba a alguien que secara sus lágrimas, y yo no cesaba de contarle mis penas, provocándole quizás más. Él buscaba a alguien para no estar solo, y yo, más tiempo del que quise, no estaba con él.
Por más que lo pienso, en su momento creí que iba a ser su chica perfecta, pero la verdad, nunca fui educada para amar, sólo para ser la “chica perfecta”: educada, discreta, amable y sensible.
El estereotipo perfecto de mi género.
Y él sigue buscando a alguien que le reconforte… y no podré ser yo.
Y él sigue buscando a alguien que le haga sonreír… y no podré ser yo.
Y él sigue buscando a alguien… sencillamente a alguien… pero no a mí
“¿Qué harías si te abandonase?” “No lo sé…” “Jiji, menos mal que no lo haré nunca ¿eh?”
Y bueno, aquí estoy otra vez sola, con esa dulce e inestable locura rondando mi cabeza, esperando a que él me dé una señal para saber si me abandonó de verdad.
Por ahora, no sé si llamarlo libertad o soledad, sabiendo que todos me dan la espalda, dejándome sola.
Quizá fue mi culpa, ya que él buscaba a alguien que… le mantuviera en calor, y mi piel es fría. Él buscaba a alguien que secara sus lágrimas, y yo no cesaba de contarle mis penas, provocándole quizás más. Él buscaba a alguien para no estar solo, y yo, más tiempo del que quise, no estaba con él.
Por más que lo pienso, en su momento creí que iba a ser su chica perfecta, pero la verdad, nunca fui educada para amar, sólo para ser la “chica perfecta”: educada, discreta, amable y sensible.
El estereotipo perfecto de mi género.
Y él sigue buscando a alguien que le reconforte… y no podré ser yo.
Y él sigue buscando a alguien que le haga sonreír… y no podré ser yo.
Y él sigue buscando a alguien… sencillamente a alguien… pero no a mí
Aprende de tus sueños
"Paso por paso, muchas veces he tratado de confiar en la gente. Escucho y atiendo a sus movimientos, tratando de comprenderles y de integrarme para al fin encontrar mi sitio, pero siempre me tratan de una manera diferente, y al haberlos estudiado, eso me desconcierta. Me desespero y me convierto en una chica encerrada en un cementerio de estrellas, donde sólo veo nombres desconocidos para mí, grabados en lápidas de piedra en ruinas acompañadas por estatuas perfectas rodeadas y cubiertas por hiedras y plantas podridas por la humedad de aquel lugar muerto.
Tras cubrirme con la suciedad de la maleza al haberles quitado a aquellas personas inmóviles lo que parecía retenerlas, me quedé maravillada y absorta ante la belleza perfecta de todas ellas. Sus ojos sin vida me miran, observando a su vez al infinito con aquella sonrisa torcida y burlona tan característica de esas piedras. Me sentí humillada ante aquellas hermosas miradas, a la vez que ridícula al no merecer encontrarme allí, sentada sobre hojas secas, sucia y sin ningún ápice de belleza comparable a la de ellos. Después de haberles ayudado, todavía no merecía mi integración entre ellos y por esa misma razón, traté de hacerles cambiar de opinión bailando la melodía que ellos mismos elegirían.
Tras doce rítmicos pasos, aguanté la respiración y caminé descalza de puntillas, escuchando cómo las hojas se rompían a cada paso. Mantuve todo el peso sobre un pie, temblándome éste, y alcé una pierna hacia atrás, tan estirada como pude, para moverla hacia un lado formando con los brazos un jarrón.
Doblé la rodilla hacia atrás y comencé a dar vueltas sobre mí misma, esquivando con los brazos a las hojas verdes, vivas, que trataban de chocarse contra mí. Cuando estas hojas tocaban el suelo, se secaban y se mezclaban así con el resto.
Bajé la vista al suelo, sorprendiéndome al ver mis pies ensangrentados. Pero continué, tratando de esforzarme lo
máximo posible ignorando el dolor de mis pies.
Una vez terminada la danza macabra con una reverencia, me subí a una lápida sin estatua repleta de telas de araña y, olvidando el intenso dolor de mis pies, miré las estatuas buscando algún resquicio que mostrasen como señal.
La sonrisa, no sé cómo, había desaparecido, sustituyéndose por unos labios en una perfecta línea recta, aunque sus ojos habían adoptado cierta expresión burlona, es decir, lo hecho hasta ese momento no era suficiente.
Comencé a dudar que ése fuera mi sitio. Hiciera lo que hiciera, ¿acaso iba a ser útil?
Me bajé de la lápida y me eché en el suelo, sintiendo cómo varias heridas se abrían por diversas zonas de mi cuerpo, pero, ¿qué más daba?
Continué en el suelo, observando el cielo rodeado de copas de árboles desde mi perspectiva. Estaba completamente oscuro excepto por la pequeña luz blanca que comenzaba a sobresalir de una de las copas, aunque distorsionada por una nube.
Yo tenía que convertirme en esa luna, que brilla aunque no la miren o la tapen.
Me levanté algo dolorida y miré a las estatuas de nuevo. Una me observaba, inerte, con una sonrisa dulce, formando casi una sonrisa cariñosa.
Era un chico joven vestido con una túnica atada por la cintura que mostraba eternamente su torso y rostro, mientras que tapaba el cuerpo de cintura para abajo.
Su rostro de piedra estaba cubierto por un largo flequillo que le daba cierto aire de misterio.
Él posaba, ofreciéndome su mano como ayuda o como invitación a que me acercara.
El cementerio daba miedo.
Me acerqué a él de puntillas, dejando mis ensangrentadas huellas en todas las hojas que pisaba.
Me tambaleaba, torpe y algo débil, pero llegué a tocarle.
Cuando posé mi mano en la suya, gemí de dolor por el esfuerzo que me resultaba moverme, y él amplió su sonrisa al escuchar mi voz.
El viento sopló con fuerza entonces y suspiré de placer al notar la brisa en mi cara.
Comencé a cantar en voz baja una canción triste, referida a unas niñas que vivían en un castillo encerradas, sin permiso al amor.
La mirada del joven se iluminó por la luz lunar, casi viva. Y yo alcé mi voz, apoyando mi espalda en el torso del joven y deseando que cobrara vida para que me abrazara.
Y así ocurrió.
Él me envolvió entre sus brazos. Mi voz se llenó de altibajos indeseados, como gallitos, de repente. Pero continué cantando, tratando de evitar los errores, y así, para mi sorpresa, la estatua comenzó a reírse a carcajadas, abrazándome con fuerza.
Con demasiada fuerza.
Grité con toda la energía que tenía e intenté escapar, pataleando y forcejeando contra aquella inmovible roca. Sentía cómo mis costillas se rompían una a una. Mis gritos se ahogaron por la sangre que escupía y vomitaba mientras que el chico reía como un psicópata.
Disfrutaba de mi dolor.
Entonces me dejé asesinar por su abrazo, rendida.
Y así me desperté de mi sueño o pesadilla: agradeciéndole a mi asesino el que hiciera que me diera cuenta
de que nadie me querrá como soy, ni para el cariño y el amor que quiero y que por eso mismo, no puedo confiar en nadie."
Tras cubrirme con la suciedad de la maleza al haberles quitado a aquellas personas inmóviles lo que parecía retenerlas, me quedé maravillada y absorta ante la belleza perfecta de todas ellas. Sus ojos sin vida me miran, observando a su vez al infinito con aquella sonrisa torcida y burlona tan característica de esas piedras. Me sentí humillada ante aquellas hermosas miradas, a la vez que ridícula al no merecer encontrarme allí, sentada sobre hojas secas, sucia y sin ningún ápice de belleza comparable a la de ellos. Después de haberles ayudado, todavía no merecía mi integración entre ellos y por esa misma razón, traté de hacerles cambiar de opinión bailando la melodía que ellos mismos elegirían.
Tras doce rítmicos pasos, aguanté la respiración y caminé descalza de puntillas, escuchando cómo las hojas se rompían a cada paso. Mantuve todo el peso sobre un pie, temblándome éste, y alcé una pierna hacia atrás, tan estirada como pude, para moverla hacia un lado formando con los brazos un jarrón.
Doblé la rodilla hacia atrás y comencé a dar vueltas sobre mí misma, esquivando con los brazos a las hojas verdes, vivas, que trataban de chocarse contra mí. Cuando estas hojas tocaban el suelo, se secaban y se mezclaban así con el resto.
Bajé la vista al suelo, sorprendiéndome al ver mis pies ensangrentados. Pero continué, tratando de esforzarme lo
máximo posible ignorando el dolor de mis pies.
Una vez terminada la danza macabra con una reverencia, me subí a una lápida sin estatua repleta de telas de araña y, olvidando el intenso dolor de mis pies, miré las estatuas buscando algún resquicio que mostrasen como señal.
La sonrisa, no sé cómo, había desaparecido, sustituyéndose por unos labios en una perfecta línea recta, aunque sus ojos habían adoptado cierta expresión burlona, es decir, lo hecho hasta ese momento no era suficiente.
Comencé a dudar que ése fuera mi sitio. Hiciera lo que hiciera, ¿acaso iba a ser útil?
Me bajé de la lápida y me eché en el suelo, sintiendo cómo varias heridas se abrían por diversas zonas de mi cuerpo, pero, ¿qué más daba?
Continué en el suelo, observando el cielo rodeado de copas de árboles desde mi perspectiva. Estaba completamente oscuro excepto por la pequeña luz blanca que comenzaba a sobresalir de una de las copas, aunque distorsionada por una nube.
Yo tenía que convertirme en esa luna, que brilla aunque no la miren o la tapen.
Me levanté algo dolorida y miré a las estatuas de nuevo. Una me observaba, inerte, con una sonrisa dulce, formando casi una sonrisa cariñosa.
Era un chico joven vestido con una túnica atada por la cintura que mostraba eternamente su torso y rostro, mientras que tapaba el cuerpo de cintura para abajo.
Su rostro de piedra estaba cubierto por un largo flequillo que le daba cierto aire de misterio.
Él posaba, ofreciéndome su mano como ayuda o como invitación a que me acercara.
El cementerio daba miedo.
Me acerqué a él de puntillas, dejando mis ensangrentadas huellas en todas las hojas que pisaba.
Me tambaleaba, torpe y algo débil, pero llegué a tocarle.
Cuando posé mi mano en la suya, gemí de dolor por el esfuerzo que me resultaba moverme, y él amplió su sonrisa al escuchar mi voz.
El viento sopló con fuerza entonces y suspiré de placer al notar la brisa en mi cara.
Comencé a cantar en voz baja una canción triste, referida a unas niñas que vivían en un castillo encerradas, sin permiso al amor.
La mirada del joven se iluminó por la luz lunar, casi viva. Y yo alcé mi voz, apoyando mi espalda en el torso del joven y deseando que cobrara vida para que me abrazara.
Y así ocurrió.
Él me envolvió entre sus brazos. Mi voz se llenó de altibajos indeseados, como gallitos, de repente. Pero continué cantando, tratando de evitar los errores, y así, para mi sorpresa, la estatua comenzó a reírse a carcajadas, abrazándome con fuerza.
Con demasiada fuerza.
Grité con toda la energía que tenía e intenté escapar, pataleando y forcejeando contra aquella inmovible roca. Sentía cómo mis costillas se rompían una a una. Mis gritos se ahogaron por la sangre que escupía y vomitaba mientras que el chico reía como un psicópata.
Disfrutaba de mi dolor.
Entonces me dejé asesinar por su abrazo, rendida.
Y así me desperté de mi sueño o pesadilla: agradeciéndole a mi asesino el que hiciera que me diera cuenta
de que nadie me querrá como soy, ni para el cariño y el amor que quiero y que por eso mismo, no puedo confiar en nadie."
Creación de pensamientos
Bueno, he abierto este hilo para mostrar como es mi vida, fue y quizá sea...
Mis pensamientos se abrirán a la gente, ya que yo no soy capaz de hacerlo directamente.
No es un diario on-line, pero debería acercarse a ello. Trato de describirlo lo mejor que puedo... Espero que sea suficiente.
Comentad lo que queráis de ello.
Quizá os sirva como entretenimiento, quien sabe...
"Quizá, finalmente, sea bueno que no haya conocido a alguien tan dulce como él. Alguien que tratase de rememorar en mí las antiguas gallardías de caballero. Son simples gestos que me parecen importantes, como el simple hecho de ceder la posición principal al entrar por una puerta, o abrazarme como saludo. Muestras de cariño, quiero decir.
Normalmente, soy la típica chica que pasa junto a otra chica guapa (es decir, todas) y baja la cabeza, avergonzada, y que se deja hacer.
En cambio, con él, yo alzaba la cabeza, no a modo de superioridad, pero puede que sí de valentía. Él es un ejemplo de de alguien con el que podrías caminar o correr sin cansarte, pues siempre te anima a seguir adelante, y si necesitas descansar, él estará a tu lado.
Con tal de estar junto a ti, hará lo que sea.
Contaba con él para todo, y no me arrepiento.
No le he perdido, pero ya nada es, ni será como antes.
Pero hay algo de lo que me siento orgullosa, y es que me di cuenta de lo importante que era para mí desde que le conocí, y también que supe desde ése mismo momento que NUNCA me permitiría el lujo de perderle"
Mis pensamientos se abrirán a la gente, ya que yo no soy capaz de hacerlo directamente.
No es un diario on-line, pero debería acercarse a ello. Trato de describirlo lo mejor que puedo... Espero que sea suficiente.
Comentad lo que queráis de ello.
Quizá os sirva como entretenimiento, quien sabe...
"Quizá, finalmente, sea bueno que no haya conocido a alguien tan dulce como él. Alguien que tratase de rememorar en mí las antiguas gallardías de caballero. Son simples gestos que me parecen importantes, como el simple hecho de ceder la posición principal al entrar por una puerta, o abrazarme como saludo. Muestras de cariño, quiero decir.
Normalmente, soy la típica chica que pasa junto a otra chica guapa (es decir, todas) y baja la cabeza, avergonzada, y que se deja hacer.
En cambio, con él, yo alzaba la cabeza, no a modo de superioridad, pero puede que sí de valentía. Él es un ejemplo de de alguien con el que podrías caminar o correr sin cansarte, pues siempre te anima a seguir adelante, y si necesitas descansar, él estará a tu lado.
Con tal de estar junto a ti, hará lo que sea.
Contaba con él para todo, y no me arrepiento.
No le he perdido, pero ya nada es, ni será como antes.
Pero hay algo de lo que me siento orgullosa, y es que me di cuenta de lo importante que era para mí desde que le conocí, y también que supe desde ése mismo momento que NUNCA me permitiría el lujo de perderle"
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